Delirio vital
Relato corto recogido en la antología Lo que reconforta, nacida del II Certamen de relatos cortos Nila Flores Cebrián
Ha recordado su primer beso. No el que le dio a Amelia allá por sus quince, la niña bonita. Aunque para niña bonita estaba ella. Tenía Brackets y vello fino en las piernas y todos en la escuela la llamaban Mel. Y aun con esa estética púber, era la chica más atractiva del instituto, mostrando esas primeras curvas en la figura, señal de la transformación definitiva que sufriría su cuerpo.
Ella había sido la primera chica a la que había besado. Pero ese, no fue para nada su primer beso. Su primer beso lo había imaginado toda la infancia. Fue un proceso creativo de largo recorrido y muchas fases. Desde los primeros pensamientos; aquellos derivados de los cuentos de princesas y caballeros, con los que buscaba adivinar la vida adulta a través del prisma por el que el mundo le era mostrado, hasta las primeras tomas de contacto con la realidad. El instituto y la experimentación de esos primeros ritos de paso hacia la madurez. Los vuelcos al corazón, las mariposas en el estómago y la pérdida de control sobre las propias emociones. Una cesión inconsciente hacia alguien que no siempre quería esa responsabilidad.
Con la llegada de la mayoría de edad, esas cuestiones parecieron tener fácil y clara solución: beber cuando resultaba imperioso ahogar esos insectos agitadores, adormecerlos y desligarlos definitivamente de la propia existencia; arrastrando con ellos la imagen idílica de la persona que había sido idolatrada y también, esperar a que el tiempo hiciese su parte.
El presente, era diferente. Conocedor de que el alcohol no cura las heridas y de la certera afirmación de que la vida es aquello que sucede mientras tú haces otros planes, esa noche, arrinconado en una esquina del bar de copas de la calle Primavera y en brazos de Zoé, descubrió que, después de tantos centenares de besos regalados, ese enésimo choque de labios era en realidad el primero.
Inesperado, sereno y auténtico. Directo y sin complejos, aunque todo resultase inexplicablemente nuevo. Sin complicaciones. Un cruce de miradas, el palpitar alterado en el pecho de ambos cuerpos vibrando en la misma frecuencia, la necesidad recíproca de sofocar el impulso y hablarle al fin a los labios del otro. Primeramente, con un roce pausado, un ejercicio de reconocimiento antes de internarse profundo en la boca ajena, tomada prestada y tratada como propia.
Cuando al fin se separaron y se retiró hacia atrás, recuperando la capacidad de unos ojos que había mantenido sellados y completando el abanico de sensaciones, encontró unos ojos grandes y perfilados que focalizaban los suyos. A continuación, una risa cálida sobrevino como su carta de presentación, exhibida mientras recolocaba algunos mechones de pelo que se le habían escapado hacia adelante y él se preguntó si la dueña de esos ademanes delicados era el delirio con el que había estado soñando despierto.
La antología, compuesta por una treintena de relatos finalistas, entre los que se encuentra este Delirio vital, es un compendio de las miradas divergentes de los autores seleccionados acerca de aquellas cosas que nos reconfortan en el día a día. Puedes adquirir tu ejemplar aquí: https://edicioneselboletin.com/ a un PVP de 16 euros con gastos de envío incluidos.